domingo, noviembre 08, 2009

Rally ecuménico alternativo - de las religiones "otras"

Coventry (Inglaterra) 7 de Noviembre de 2009. Organizado por el Coventry Multi Faith Forum.

Se nos hizo tarde pero llegamos justo. La “Peace Walk” estaba anunciada a las 10.30 y ya eran las 11 menos diez. Por suerte los enganchamos bajando por Fairfax St, justo frente a Pool Meadow. Era un grupete de veinte personas con una pancarta que decía “Peace Walk” y tenía varios simbolitos religiosos. Ni bien llegamos nos folletearon y se sorprendieron de que nos hayamos prendido. Ya unidos al variopinto grupo, doblamos para el sector norte de la ciudad, que no conocíamos. Cruzamos el ring road y enfilamos por Stoney Stanton Rd. Esquivamos la esquina de la iglesia metodista, que parece que no clasificó para el foro multifé. Seguimos unas cuadras más y llegamos a la mezquita. Sí, a la mezquita de Coventry, que estaba muy bien. A la entrada tuvimos que sacarnos los zapatos, y dejarlos en unos casilleros. Después hay como un lugar para lavarte las patas, si querés, pero nadie quiso. Pasamos todos a una sala alfombrada, y allí nos habló el imán que estaba todo de blanco, tenia un gorrito blanco también y la barba sin afeitar, pero el bigote sí; y fue presentado por una especie de RRPP, un petisito con barba, traje típico y fez. Estábamos como en una ante sala, alfombrada, y apta para no musulmanes. Atrás se veía que estaba la sala posta, pero no la habilitan para los no fieles. El mensaje fue de paz, aunque con el cassette puesto. Por eso fue encarado en la ronda de preguntas por una sacerdotisa (una señora rubia vestida toda de blanco con una corona símil reina y un pañuelo en la cabeza) que se inventó su propia religión y que más o menos le preguntó:
-“¿Qué onda las mujeres en el Islam?”
A lo que el Imán le respondió algo como:
-“Y… tienen algunos derechos más que las cabras y pueden hacer un montón de cosas más que la arena del desierto” (nótese la cara de póker)
El ambiente se empezó a poner tenso, y el petisito batió un “bueno, estamos un poco retrasados, creo que el grupo tiene que seguir, hay muchas iglesias por recorrer, gracias por venir, vuelvan cuando quieran que serán muy bien recibidos.” Lo más importante es que a la salida te podías llevar un “refreshment”, una banana, un juguito y una milkibar. Yo pasé para conocer los toilettes. El baño es básicamente un pasillo con todas puertas a unos boxes con inodoros a la turca. En el piso del pasillo hay unos paneles de plástico, y en los boxes hay como una especie de vasija llena de agua a los fines higiénicos cualesquiera que ellos fueran. Al final del pasillo hay un espejo con marco de madera apoyado en una repisa chiquita. “Pero en enero vamos a inaugurar la ampliación que estamos terminando” diría el barbeta “todo con guita de musulmanes, eh, acá a la muni no le dejamos poner ni un sope”. Parece ser que el Corán exige a todos los musulmanes que pongan una moneda para la mezquita…
Pero como no somos musulmanes eso no nos preocupó y seguimos en dirección norte, cruzamos unas verdulerías con lonas a la calle (increíble que les hayan dejado, acá tenés que tener licencia hasta para ver la tele, en serio) por lo que vendría a ser una especie de “mini once” hasta llegar al templo hindú. Este ya de afuera se lo veía más humildón. En realidad era una casa grande, que le pusieron unas bombitas de colores tipo feria en toda la fachada, bien cachivache como les gusta a ellos, tiraron todas las paredes que pudieron y colgaron bocha de banderines en la sala grande, que estaba toda alfombrada, y para estar ahí previamente tuvimos que sacarnos los zapatos y dejarlos en oportunos casilleros. Acá el orador estaba de civil, y hablaba un inglés tipo Apu. Como se iba por las ramas, tenía un amigo con un cascabel, que lo hacía sonar cada vez que mandaba fruta. A lo último hizo sonar una campanota que colgaba del techo, porque se había ido al carajo y nos teníamos que ir. Para resumir, el simpático ejemplar nos habló de la tolerancia del hinduismo hacia otras religiones: “Cuando India regía Afghanistán no le derribamos ni una sola mezquita, eh!?” A la salida también ofrecían banana o manzana. “Me llevo las dos, capo”. Hay que aprovechar estas oportunidades. Además si no, capaz que lo toman como un desprecio.
Ahora bajamos hasta un canal re piola, lo cruzamos y seguimos por su margen, hacia el oeste. Doblamos en un par de cuadras y llegamos a la tercer etapa, la iglesia espiritualista. En la entrada te saludaban con un apretón de manos sí o sí, no zafaba nadie. Por suerte acá no nos tuvimos que sacar los zapatos, y nos sentamos en unas cómodas sillas. Por eso no hay alfombra, el piso es de mármol gris. Lo que sí hay es mucho arreglo floral exótico. Y ninguna imagen, salvo el logo de ellos, que es un libro abierto sobre la arena de una playa al amanecer. La jefa de ceremonias fue una negra buena onda que presentó al presidente de los espiritualistas y a una pareja que la trajeron especialmente para hacer una sesión demostrativa de sanación espiritual. A no confundirse con manosantas, esto es histrionismo cero, estamos en Inglaterra. El discurso es cuasi científico, hablan de luz en términos de energía y amplitudes de onda. Pero al mismo tiempo piden un voluntario que quiera experimentar la sanación espiritual. Se presta un personaje que pensaba que estaba en una degustación de supermercado, pero para el caso vino bien. Lo hicieron sentar en una sillita, y el sanador sentado en otra sillita detrás de él le puso las manos sobre los hombros. Después de unos minutos iba meneando las manos pa´ bajo hasta llegar a la cadera. Mientras tanto, la sanadora, presumiblemente la esposa del manocálida, había pedido que hagamos silencio y que dirijamos nuestros pensamientos / energía para los que necesiten sanación. Ella se sentó enfrente del voluntario y puso las manos en montoncito sobre las rodillas, con las palmas hacia arriba. Después de cinco minutos más o menos, dieron por concluida la sesión, y le preguntaron al flaco que había sentido. El chabón dijo, “… calor en la espalda”. Los refreshments eran en este caso unas galletitas muy ricas, unas de gengibre, otras un poco más picantes, otras de chocolate.
Ahora volvemos a caminar en dirección sur, y llegamos a la iglesia Sihk. Acá además de descalzarse, para entrar había que sí o sí taparse la cabeza con unas bandanas que te ofrecían en la entrada. Hasta el policía que nos acompañaba tuvo que sacarse la gorra. Nos hicieron subir a un primer piso, todo alfombrado, donde estaba un sacerdote con turbante leyendo-cantando non-stop unas oraciones de su libro sagrado (supongo, porque nadie nos explicó que estaba sucediendo) en una especie de templete. Al lado de él había un ayudante no menos barbudo. A medida que entrábamos en la sala nos íbamos sentando en el piso. Algunos iban a comulgar, se acercaban y el towelhead les daba una especie de hostia. Mientras, el barbeta-in-templetum-con-turbante seguía leyendo en su idioma sin parar. De a poco nos fuimos levantando, y bajamos al salón comedor. Ya se habían hecho casi las dos de la tarde, tardísimo para los ingleses. Hicimos la cola, agarramos una bandeja vaso y cubiertos metálicos, y nos sirvieron un puré verde, un arroz naranja, una galleta y unas especies de maníes y palitos. Para tomar agarramos un jugo violeta y uno naranja. La onda era comer en el piso, en unas alfombras un poco más acolchadas. Lo más jodido era poder sentarse con abrigo en brazo cámara en mano mochila en espalda bandeja y vaso llenos en otra mano. Pero se logró, armamos una mutual y no se cayó nada. Tampoco cayó muy bien la comida, que hizo callar a unos neo punks motoqueros charlatanes que venían con nosotros. Los palitos eran medio dulzones. El puré era picantísimo, el arroz era dulce y la galleta estaba frita en un aceite con ajo que todavía estoy repitiendo. Para bajar un poco nos tomamos un té saborizado muy rico, bastante cremoso y dulce. Nos quedamos un rato de sobremesa por si alguno decía algunas palabras, pero en esta última etapa no hubo ninguna charla. El cierre estará en los corazones de cada uno, así que con Silvina nos vamos meditando por el Swanswell Park, que tiene un laguito muy hermoso con patos de varias clases, que son mucho más cancheros que los patos de Buenos Aires. Totalmente lo contrario sucede con los gatos, que acá son muy cagones.

Aquí algunas fotos



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